Santa Fé y lisos de la cerveza homónima

Diego Van der Saar

Una de las cosas que me resulta infaltable cada vez que vengo de visita a Santa Fe es la de tomar unos lisos de la cerveza homónima.

Declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad en el año 2014, el “liso” es un vaso de 250 ml (similar al Stange en el que se aprecian las Kölsch en Colonia) en el cual se sirve la tradicional cerveza Santa Fe y que siempre es acompañado con cazuelitas con maníes, palitos y “pororó” (pochoclo).

Su historia surge con Otto Schneider, inmigrante alemán que se radicó en esta ciudad a principios del siglo XX durante un fuerte aluvión migratorio, y que realizó un aporte sustancial en el desarrollo cervecero en la región. Trabajó en cervecería Santa Fe y con el tiempo, allá por 1931, fundó su propia empresa: la conocida cervecería Schneider. La elección de la ciudad de Santa Fe radica en que el agua del río Paraná emulaba muy bien las características del agua de Plzen para la elaboración de refinadas Lagers.

Se dice también que Otto disfrutaba beber la cerveza en un vaso transparente, sin relieves ni marcas (“liso”), que le permitía apreciar la cristalinidad de la cerveza y tener un correcto manejo de la temperatura.

Hoy día es parte del espíritu local. No hay bar o restaurante que no ofrezcan esta cerveza.

Y considerando el a veces despiadado verano santafesino (calor, humedad y mosquitos), no hay mejor forma de apaciguar el mismo con un liso de cerveza Santa Fe. Una cerveza de color amarillo pálido, siempre servida con dos dedos de espuma. Sencilla en su expresión aromática (carácter a grano, cereal, dulzor), pero de bajo amargor, ligero cuerpo, final seco y marcada carbonatación que se traducen en una elevada tomabilidad. Simple y refrescante.

Si bien disfruto mucho las cervezas artesanales santafesinas (no por nada es “Santa Fe, Tierra de Cerveceros”), no hay que dejar pasar la ocasión de bajar la sed con un liso de cerveza Santa Fe acompañado con amigos.

Salud!

Por: Diego Van der Saar